Nuestros hijos, la fuerza para salir de la espiral de maltrato

¿Por qué normalizamos la violencia?, le pregunté a David (25), un joven que no recuerda un día sin violencia durante su infancia y parte de su adolescencia.

“Tenía esa idea equivocada, sentía que todo lo que sucedía era normal, pero luego al crecer, me di cuenta que no. Hace unos años, me enteré que mis dos hermanas habían sido víctimas de violencia por parte de sus parejas y reconozco que yo también he sido violento con algunas de mis enamoradas. Una psicóloga me dijo que esto era un patrón: con frecuencia los hombres se convertían en los maltratadores de su pareja; mientras que las niñas, se convertían en víctimas. Crecí con ira al no entender por qué mi mamá no se iba con nosotros a otro lugar, y por qué mi padre no paraba de pegarle cuando se lo rogaba”.

Víctimas silenciosas

 La violencia contra la mujer en el hogar no solo le afecta a ella. Sus hijos e hijas son las víctimas invisibles de este tipo de agresión. Así ellos no reciban maltrato físico, crecer en un ambiente familiar en el que hay violencia, los lleva a sufrir una serie de trastornos en el aspecto físico, desarrollo cognitivo, a nivel emocional y de conducta.

¿Conocemos las consecuencias?

En aspecto físico van desde alteraciones en el sueño, trastornos alimentarios, gastritis, diarrea, asma, cansancio, no poder controlar la orina. En la parte emocional pueden sentir ira, presentar estrés, ansiedad, depresión o baja autoestima.

Respecto a las habilidades cognitivas, se ven afectados en su rendimiento escolar, presentan problemas de lenguaje, retraso en su desarrollo. Y en cuanto a la conducta, podrían llegar a ser agresivos, crueles con los animales, desarrollar hábitos tóxico dependientes, delinquir, etc.

De otro lado, la violencia de pareja también ha sido relacionada con tasas más altas de mortalidad y morbilidad en lactantes y niños; por ejemplo, por enfermedades diarreicas o malnutrición; o por menores porcentajes de inmunización.

Prevención ante el maltrato

La prevención del maltrato comienza con la educación. En Perú, es fundamental fomentar programas educativos que enseñen a nuestros hijos sobre el respeto, la empatía y la igualdad de género desde temprana edad. A través de un enfoque en valores y el diálogo, podemos empoderar a la próxima generación para ser agentes de cambio y promover relaciones saludables en el futuro.

Hoy, hacemos un llamado urgente a la sociedad peruana y a nivel global. Debemos unirnos para crear un entorno seguro y amoroso para nuestros hijos, donde crezcan libres del miedo al maltrato. A través de la educación, el apoyo a las víctimas y la concientización, podemos asegurarnos de que las generaciones futuras vivan en un mundo donde el respeto y la igualdad sean la norma.

Deja tu comentario